La mejor colección de arte de Noruega está en la Galería Nacional, en cuya sala dedicada a Edvard Munch se puede admirar su famoso cuadro El Grito, pero es la península de Bygdoy la que acoge los museos más interesantes. Para acceder a ella, hay que tomar el autobús 30. En verano hay transbordadores desde el muelle de la plaza del Ayuntamiento.
No hay que dejar de ir al Museo de los Barcos Vikingos, donde se exponen los objetos recuperados de tres barcos funerarios y las dos naves vikingas en madera del siglo IX mejor conservadas del mundo: la embarcación real Oseberg y la Gokstad. Entre la multitud de pertenencias con que los caudillos vikingos hacían enterrarse, como muebles, ropas o joyas, llaman la atención los trineos ceremoniales que utilizarían en la otra vida...
En el Museo Kon-Tiki se expone la balsa original de juncos de totora con la que Thor Heyerdahl atravesó el Pacífico en 1947 para demostrar que los primeros polinesios procedían del Perú preincaico, y la posterior balsa de papiro Ra II con la que cruzó el Atlántico en 1970. Con caminar unos metros podremos visitar el Museo de la Nave Polar Fram, construida en 1892 y usada en tres expediciones polares. Fue el barco con el que Roald Amundsen llegó al Polo Sur en 1911, adelantándose un mes a Scott, que luego moriría en el viaje de regreso.
En el Museo Folclórico se puede apreciar la arquitectura de las distintas regiones de Noruega gracias a su colección de 153 casas antiguas de madera, así como la maravillosa iglesia de madera de Gol del siglo XIII construida sin un solo clavo. Es el más grande de Noruega y presume de ser el museo al aire libre más antiguo del mundo.
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